Al observarse que la sección humana seleccionada no se desprendería de sus habituales hábitos transaccionales, se estimó que todo lo que se contemplaba en cuanto al circulante debía ser cautelado para no quebrantar una de las máximas acciones que mantenían perenne a la sociedad conocida.
Acaeció discrepancia en todos los actores para dar coherencia a la identidad de la circulación. Se daban sendas alocuciones para indicar que era el circulante, por sí mismo, el que debía regular a los individuos y sus apetencias; no obstante, existían mentes que postulaban al padre político como garante de la estructuración de evolución y expansión del apetito humano. La disputa duró muchos años; sin embargo, se creó un mecanismo aleatorio en donde las dos instancias convivían y se regulaban automáticamente, siendo la sociedad de los 17M el elemento a mayor resguardo.
Se creó, entonces, una capacidad de pago universal que actuaba dinámicamente sobre los individuos y los protegía ante todo evento de adquisición y venta. El garante político cautelaba, sin restricciones, los tributos de los individuos según su capa social y poder adquisitivo y el mercado instaba y proponía las mejores combinaciones dependiendo del usuario y el operador que estaba ofertando productos y servicios.
Al estar asegurando una constante demanda y una perenne cautela se blindó, inmediatamente, el porvenir de los 17M. Todos, en sus diferentes capas de desarrollo, podrían hacer uso y abuso de sus prerrogativas de adquisición y, además, tendrían la capacidad de instalar parámetros de resguardo cuando los indicadores dieran señales de desorden administrativo en las finanzas proyectadas, en el mediano plazo.
Las grandes empresas productoras, vieron una real instancia de consumo y constataron que podrían obtener recursos, ilimitados, de sus consumidores reales. Con tal acción estarían en posición de observar a su mercado cuna y así proyectar conductas de sus mercados metas, fuera de las fronteras de la zona que comprendía a los 17 M.
Para el padre político se configuró un nuevo marco legal, con el cual estaría en condiciones de asegurar un dispositivo de seguridad para contener posibles debacles económicos de los consumidores y dosificar la demanda –precursara indiscutible de CADI-. A esas alturas, estaba casi asegurado que la población de los 17M daría como resultado una real configuración del proyecto anhelado de Plantea G.
Se observó inmediatamente después de las deliberaciones en el parlamento y la posterior promulgación, que todo caminaría en ese recóndito lugar, con esa minúscula población. Los elementos estaban regados y cuando comenzaran a realizar el trabajo de contención todas las demás instancias, planetarias, deberían emprender sus carreras.
El ente rector de las finanzas comenzó entonces a estructurar la liquidez interna y solcito datos al servicio que inspeccionaba a los ciudadanos. Como cual estructura garante del porvenir del país de los 17M, éste ente no escatimó recursos para saber como hacer equitativamente el proceso. Dada ésta iniciativa, los demás actores gubernamentales comenzaron al colosal faena de levantar, por cada N° de Individuo, los aportes y alcances estatales que se debían comprender.
No se dejó afuera al Mercado, Comercio y Productos, demás de los Servicios. Como reales motores de la actividad consumista y proyectista de la comunidad, todos estos actores se concitaron en un solo bloque y traían consigo propuestas y sugerencias para adosarse al marco que se erigía para mantener vivos y sanos a los consumidores.
Se estableció una fecha única para dar inicio y sentenciar que la actividad partía sin demoras. Haciendo uso de la nueva nomenclatura temporal, se dio un tiempo estimado de 21 años red y ni un año más.
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