El universalismo, comprende el todo, al igual que el sol que fue relacionado en la antigüedad como la divinidad única. Mientras las sociedades avanzaron en sus desarrollos, este universalismo fue traspasando de conceptos a ideas, acciones y por ultimo terminando en prácticas, hasta llegar a modelos de comportamiento aplicados a cada individuo en su actuar, proceder y reflexionar.
Hasta nuestros días, hemos logrado mantenernos en armonía de convivencia, dado que mantenemos aspectos éticos-universales traspasados de generación en generación. Al igual que culturas tan distintas a la nuestra, como la musulmana, budista o sintoísta, nuestra cultura mantiene una idea fundamental de mandatos, estas provienen desde la ley mosaica, la cual nos traspaso 10 mandamientos para mantenernos colectivamente con normas de existencia.
La sociedad que nosotros conocemos derivada de la cultura occidental (haciendo la separación única con la oriental), mantiene tres poderes que engloban: el control (poder ejecutivo), la discusión (poder legislativo) y la sentencia (poder judicial). Esto lo comprendemos nosotros como democracia, la cual vista desde un punto ético – universal es lo que nos domina, controla y da armonía.
“La ética universalista responde a parámetros valorativos trascendentales, es decir que sobrepasan y están por sobre la elección del hombre y la mujer”. Este es el caso de los tribunales de familia acá en Chile, donde se ha establecido, que el derecho superior no radica en las exigencias del padre o la madre, sino en las necesidades básicas de manutención de los hijos, si es que los hubiere.
Siendo así, la ética universalista nos ha mantenido en constante permanencia bajo valores únicos, los cuales van siendo traspasados a lo largo de la historia y modificados para que logren llegar a todos los individuos.
La ética relativista, logra darnos la capacidad de ser un conjunto hibrido y funcional. Todos hemos de respirar, beber agua y consumir alimentos; no obstante, existen ciudades altamente contaminadas, densamente pobladas en contraste con otras urbanamente optimizadas y con políticas ambientales con la más alta exigencia. Así logramos establecer la relatividad con respecto a la calidad del aire que respiramos. Por otra parte la obtención, distribución y comercialización del agua, nos hace ver las distintas realidades del consumo de este líquido y sus aditivos (flúor). Por último, dependiendo del relativismo de cada país, cultura, economía y productos de consumo, se puede diferenciar la alimentación general.
Ejemplificando lo anteriormente escrito, podemos entender el relativismo poniendo en contraste sociedades como la oriental y la occidental. En China, existen carnicerías de canes éticamente aceptadas por la sociedad, su cultura y los organismos económicos, dado que el producto (perro) existe en abundancia y logra llegar a la mayoría de la población. Por el contrario en sociedades occidentales como la nuestra, el animal perro, hoy es un integrante más de la familia (el mejor amigo del hombre), tienen peluquerías, veterinarios, el supermercado tiene una sección de comidas para estos e incluso existe la sociedad protectora de animales, que velan por sus seguridad (vida).
Con todo lo anteriormente expuesto, podemos establecer con seguridad y reales antecedentes, que el relativismo se puede manifestar, pero cada día más se separa por culturas, políticas y diferentes formas de razonar (la existencia, supervivencia y desarrollo), tomando como referencia la reflexión del texto: “No todo accionar del ser humano puede estar justificado por sus tradiciones y normas imperantes en su código moral, sobre todo si dichas acciones provocan daño a otros”.
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