Señoras y señores, niños y niñas, escolares bienaventurados, dormilones, lanzas, y todo ser que necesite llegar al centro de la capital. Este transporte comienza su desplazamiento, como un verdadero bólido, hasta Bandera con la Alameda. La transmisión de la máquina es automática y, obviamente, no nos faltan ventanas para que se entretengan con el paisaje de contenido vial.
Automáticamente me fijo en las ventanas. El encierro, hacinamiento y, de vez en cuando, pavor es mitigado por las cavidades protegidas por vidrio y goma, las cuales me muestran el cielo y la tierra; llena de casas, calles, autos y tropel.
Fijate.
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