Mi abuelo fue un hombre de trabajo demasiado forzado. Fue trabajador inquilino en las chacras del paradero 14 de pajarito y el interior de La Farfana. Mi madre me comentó que su papá salía muy temprano en la mañana y no volvía hasta muy tarde, todo mojado y embarrado por el trabajo de la siembra. A veces todo salía mal y al trabajo de semanas se perdía, agudizándose los problemas de sustento, sobre todo en los meses de invierno.
Yo no puedo recordar a mi abuelo en perfecto estado. El hecho de haber estado mucho tiempo trabajando en esas condiciones aportó para que su médula ósea terminara secándose. En todo caso, él me llevó hasta el nuevo puente sobre el Canal de La Guada y observamos juntos la construcción del nuevo camino –es hace ya más de veinticinco años-.
Recuerdo que lo fuimos a sepultara un día de verano del 95 y fue escoltado por carabineros en motocicleta, ya que uno de ellos (un subteniente de la época) era migo mío. No lloré por cierto; sin embargo, a él le escribí mi primer poema y se lo dejé en las aplicaciones entre el vidrio y el cajón.
Pero, ¿por qué recuerdo ahora a mi abuelo Luis? Observando al MER (el nuevo nombre de El Mercurio en la red) observé una información que proviene desde el corazón de Sudamérica. En Bolivia, el presidente de esa nación comenzó a entregar pensiones para la vejez, ocasionando un caos de proporciones a nivel político por que le quitó a unos para entregárselo a otros.
¿Qué pasa con una nación que niega sostener, a sus últimos representantes acá en la tierra? ¿La llegada macabra hasta el periodo comprendido como longevidad, es una parte del pandemonio social moderno? Si existen salvavidas para todos los que tienen compromisos con una divisa extranjera, ¿cómo no velar por los que se mantuvieron y se sostendrán con la mínima liquidez en el tercer periodo de vida?
Uno tiene muy claro los mecanismos que existen hoy para hacerse de una muy prospera vejez; no obstante, la balanza está inclinada para los que no tienen esas capacidades y tampoco las tendrán.
A mi abuelo ya no lo voy a ver al cementerio. Mi convicción es que él no está allá y mis recuerdos están muy claros, desde esa vez que caminamos hasta el puente. Hoy, lo visito en el-cementerio.blogspot.com, donde puedo ver su lápida y manifestar aún más mi convicción que me ve en cualquier momento y lugar, y reconoce que mis actos han sido con la convicción de saber que: él observa mi trabajo, sobre todo en la-prensa.blogspot.com, sitio en el cual he dejado fijada la información sobre un acto que, sin lugar a dudas, hubiera aplaudido aunque sus manos ya no dejaban de tiritar.
Un saludo desde la distancia más distante y más corta a la vez para mi abuelo Luis Olguín, oriundo de Maipú.
Fijate.cl
No hay comentarios.:
Publicar un comentario