“Quédate a la distancia que yo te he encomendado y desde ahí indícame cuantos reactores comienzan a generar señal de Q-entes. Yo estaré preparado para recibir tal señal y comenzar mi acometimiento”
El firmamento comenzó a llenarse de luz y se vieron los destellos del glorioso enfrentamiento que dio Miguel, en contra de las huestes de su hermano caído. El sonido ensordecedor y las máximas de luminosidad se hacían del cielo y tanto Melkos como Cadores, sentían el más inmenso de los respaldos para que la extracción no fallara. Siendo los humanos adelantados los que se entregaron, sin dudar, al más contundente de los trabajos de resguardo de sus supremos.
Los deslizadores habían obtenido una de las más vertiginosas indicaciones, mostradas por los reactores Q-entes. Así, sus máquinas reaccionaban sin comandos externos. Era la indicación de El Creador la que los manipulaba y ya era tiempo de hacer trabajo de extracción, para evitar cuantas almas se mantuvieran dentro del Cubante Prisión.
Desde varias partes ya se podían observar las trayectorias de los rayos que marcaban, en el éter mutado, que provocaba Plantea G. Las radiaciones generadas por los reactores emergían desde la faz de la esfera de vida, cruzando la atmósfera y colisionaban con el borde del cubante. Obviamente, Miguel ya tenía previsto aquello y sus huestes de retaguardia transmitían en los seis planos provocados. Una operación nunca antes registrada en los anales paradisíacos, para una campaña de extracción.
Estaba claro que la importancia de la campaña tenía la más alta indicación proveniente del centro de de los universos. Aquello lo reconocía Campana de Luz y él no se quedaría observando sin dar la batalla, por sus más preciados trofeos. Además, cuanta alma estuviera defendiendo sus dominios, mantenía al Cubante Prisión sin modificación de sus portentosos portales de contención.
“Flagélenlos sin piedad y luego cobíjenlos con bondad. Manténgalos en la confusión y no les den libre opción. Demuéstrenles cuanto obtendrán si a este paraíso flanquean sin cuestionar. Sus opciones nunca coincidirán y de los indecisos nuestra ganancia se incrementará”. Se escuchó la estridencia de la indicación, del amo de la prisión.
Esa era la señal para que Keting comenzara a ordenar las huestes celestes e infringiera sendos arremetimientos a los Q-entes y sus destellos. El mar, desde la corteza de Plantea G, pasando por el éter mutado y llegando hasta los bordes del Cubante Prisión, ya estaba adecuado para que él trabajara. El firmamento indicaba posición y el “mkta” debía ser liberado.
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