Sin poder hacer más:
Señor Carvajal, tenga para bien mis palabras, las cuales le transmito hacia su correo por que usted lo ha dejado observar. Además, es mi costumbre, al igual que la suya, debatir con una idea –aunque sea loca-, sin caer en el descrédito personal. No obstante, un recurso que logra ser válido cuando se tienen los antecedentes correctos.
Al señor Orrego no lo conozco; sin embargo, sus palabras me suenan muy familiares.
El hecho de reconocer el avance familiar entre los años 1973 y 1989, me hace referirme al tema en esos términos, pero…. Hubo en mí un afán de observar y evidenciar; buscar más allá de las fronteras paradisíacas que se me formularon, en un momento. Bien decía mi padre que hay que jugársela el todo por el todo, sin mirar hacia los lados; no obstante, la vida me dio un vuelco y al sentarme detrás de un volante, para conducir un móvil, he tenido que aprender a mirar para ambos lados.
Lo invito a desplazarse por la gran capital, solamente. No se traslade más allá de la Región Metropolitana, e intérnese en esos recovecos que usted nunca ha transitado. Existen lugares sin color, en los cuales pareciera ser que todo el colorido que transmiten las cámaras de televisión, son de un país extranjero. Inclusive, hasta el diseño tiene un aspecto moribundo, emanando descargas de apatía que son detectables por cualquier ojo humano.
Son vastos sectores y se encuentran ahí, pero la regulación y construcción social las cubre con un manto que lo disminuye a una mínima expresión. Internamente todos queremos escapar y obviamos que algo tan macabro se esté dando cerca de nuestra población. Inclusive llegamos a exacerbarnos cuando esas huestes, negadas, hacen apariciones en nuestros contextos; poniendo de forma automática las barreras para que todo cual se quede en su lugar.
Esto es el modelo al cual no acostumbramos y lo impusieron a sangre y fuego. Yo no lo detesto ni tampoco le hago un descarnado juicio. Muchos como yo, no queremos que se repitan los hechos del pasado (manipulaciones varias e intervenciones del Imperio) nos gustaría ver a nuestras castas de elite, liderando el contexto mundial y no rindiéndole pleitesía a superpotencias extranjeras. Reconocemos, de sobra, que si los que nos lideran en aspectos sociales, culturales y económicos obtienen soberano control de ésta nación, nosotros (los que nacemos laboramos y fallecemos) podríamos tener otra realidad.
En todo caso, le escribo a usted como una forma de dar reciprocidad a su motivación, ya que mis “posteos” sufren, permanentemente, de insuficiencias técnicas de conexión.
Fijate.
jueves, febrero 15, 2007
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